viernes, 28 de diciembre de 2012

El riesgo de un Fiscal Cliff en los EE.UU.

Andan revueltas estos días las bolsas con el tema del abismo fiscal que puede ocurrir en los EE.UU. si antes del 31 de diciembre los demócratas del senado y los republicanos de la cámara no se ponen de acuerdo sobre los impuestos a aplicar durante 2013.



Los Estados Unidos tienen un serio problema de deuda, las desgravaciones fiscales que Bush hijo concedió a quienes más tenían, provocó que el superávit logrado por la administración Clinton, 1996-2004, desapareciera. Dados los bajos tipos de interés que en aquellos años existían con el objeto de reactivar la economía, la Reserva Federal se dedicó a inundar el mercado de papel americano, papel que caía rápidamente en manos chinas, hoy primer acreedor de los EE.UU. por obra y gracia de Bush.

Ante esta situación en 2011 republicanos y demócratas establecieron la fecha del 31 de diciembre de 2012 como tope para enderezar la situación, unos cedían en cuanto al tamaño del gobierno federal y los otros permitían el mantenimiento de esos recortes fiscales siempre y cuando fueran a todos los ciudadanos.

El problema surge cuando a la hora de intentar cuadrar las cuentas los demócratas, vencedores de las últimas elecciones presidenciales y legislativas de noviembre (ampliaron mayoría en el Senado y recortaron diferencias en la cámara además de ganar la presidencia) decidieron que las familias que ganen más de 250.000 euros al año pierdan parte de los beneficios fiscales de la era Bush y que pasen a contribuir en mayor medida a las arcas comunes.

Los republicanos ya lograron en 2011 la reducción en el gasto sanitario de Medicare y Medicaid junto a la reducción del presupuesto federal para permitir el paso del presupuesto Obama. Hoy los demócratas con el sabor de la victoria no parecen dispuestos a ceder.

Las consecuencias del fiscal cliff son que una familia media con ingresos entorno a los 50.000 dólares pagará hasta 2.000 dólares más en impuestos, así como la pérdida de ayudas al desempleo, que ronda el 9%, un problema para un país en el que el consumo es el principal y gran motor de la economía.

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