Contábamos hace ya un año que el sistema español de seguridad social, ese en el que los que trabajaban sufragaban las prestaciones de los pensionistas, comenzaba a hacer aguas, comenzaba a ocurrir que las salidas empezaban a ser superiores a las entradas. Este año el agujero acumulado se ha hecho mucho más grande.
Y es que a pesar de que el gobierno de Mariano Rajoy ha escamoteado dar explicaciones al parlamento sobre el incumplimiento de los presupuestos aprobados en marzo, hay alguien a quien tiene que rendir cuentas, Bruselas, y las cuentas que le ha presentado han salido muy feas.
A falta de dos meses para el cierre del ejercicio el presupuesto equilibrado ha dado paso a un desfase de 10.500 millones de euros, y como todos sabemos no hay dinero para cubrir ese descuadre financiero con lo que... ¡Oh, sorpresa! deberemos acudir a emitir más deuda. Y es en este punto en el que más problemas se puede encontrar el gobierno español, ya que si los objetivos se habían relajado para intentar hacer más llevadero el ajuste, las nuevas desviaciones de comunidades autónomas y Seguridad Social pueden dejar una vez más al déficit público español en lo más alto de Europa, durante el 2011 sólo Grecia e Irlanda tuvieron un desfase en sus cuentas públicas mayor que el español.
Para añadir más incertidumbre a la situación es importante recordar el importante papel que la hucha de la Seguridad Social tiene para ese nuevo miembro de la familia española, la prima de riesgo. Porque hay que recordar que las cotizaciones que los españoles hacen al sistema no se dejan guardadas bajo llave en el colchón, sino que se invierten, ¿En qué? Pues en deuda pública española principalmente, con lo que si la Seguridad Social tiene que vender antes de tiempo esos activos, que en su mayor parte cotizan por debajo de la par, puede por una parte encontrarse con pérdidas y con que al poner una gran oferta vendedora de papel baje aún más el precio con lo que la prima aumente, el pez que se come la cola.
Es por eso que en estos días conviene recordar que lo peor de la crisis aun lo tenemos por llegar, esta semana sin ir más lejos nos lo han llegado a recordar tanto Nouriel Roubini, el gurú catastrofista que adelantó la crisis, y Huw Pill, economista jefe para Europa de Goldman Sachs, la mano que mece los mercados.
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