lunes, 15 de octubre de 2012

Historia financiera: Banco de Vizcaya

Uno de los bancos que hoy en día forman el BBVA resultó ser una auténtica escuela de ejecutivos de banca, y que a las órdenes de Pedro Toledo realizaron algunas de las más audaces operaciones financieras de la década de los 80, hoy repasamos el Banco de Vizcaya.


Frente al señorío del Banco de Bilbao, fundado en 1857, el Vizcaya fue siempre una institución muy diferente tanto en las formas como en el contenido. Por una parte tenía gran parte de sus inversiones concentradas en el mundo rural, naval y siderúrgico de la ría del nervión, por poner un dato sólo la inversión en Altos Hornos de Vizcaya suponía el 40% de sus recursos propios, además su red comercial estaba muy concentrada en el País Vasco y Madrid.

La revolución en la entidad se dio con el acceso a la presidencia de Ángel Galíndez, persona que algunos consideraron de consenso dada la imposibilidad de las familias que formaban el consejo de ponerse de acuerdo en cuanto a quién debía ocupar la presidencia. Es en ese momento cuando el banco empieza a romper amarras y a diversificar negocio, todo basado en una máxima, el control de costes y en una filosofía de sacrificio única, gente dispuesta a dejarse la piel cada día. En el Vizcaya no había cargos, sólo misiones por realizar.

Es a principios de los 80 cuando el Vizcaya comienza su expansión, Ángel Galindez va enviando a sus hombres al rescate de los bancos en crisis de los principios de la década, de esta forma entran dentro del balance del Vizcaya el Banco de Crédito Comercial, el Meridional y el más grande, Banca Catalana. Esta adquisición será la clave para que Pedro Toledo, ya consejero delegado logre el mayor éxito a ojos de Galíndez, para lo que mandó a su mejor hombre, Alfredo Sáenz, hoy consejero delegado de Banco Santander.

El 3 de septiembre de 1986, en el comedor de la última planta de Gran Vía 1, Galindez comunica a Toledo que opta por el para la presidencia, con lo que el sistema gerencial del Vizcaya puede continuar sin cambio alguno. Los 10 mandamientos de ese banco se resumen en 2, política austera de control del gasto y un departamento de tesorería muy potenciado. Es por esto que al llegar la fusión con el Banco de Bilbao muchos afirmaban que la política del Vizcaya había agotado su posibilidad de crecimiento y que sólo un enorme cambio podría asegurar su continuidad.

Algunos vieron ese cambio en la fusión, pero como en cada operación de este tipo siempre hay vencedores y vencidos, y en este caso los Luzón, Sáenz, Corcóstegui etc... fueron desapareciendo de la primera línea apartados por los hombres fuertes del Bilbao.

De aquel banco ya sólo queda probablemente la torre que ocupa el número 1 de la Gran Vía de Bilbao y algún que otro alto ejecutivo que queda repartido por alguna de las entidades financieras españolas, la cultura "Vizcaya" desapareció con su presidente, otra historia empresarial ya conclusa.






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