viernes, 6 de abril de 2012

La caída del Tigre Celta.

Un año después del inicio de la crisis, en el verano de 2008, dio comienzo la crisis irlandesa, que por cercanía y gravedad ha sido y es, un motivo desestabilizador para el conjunto de la UE.




Irlanda había crecido desde mediados de la década de los 90 al ritmo más alto de los países de la Unión Europea, desde 1994 a 2006 el PIB creció a un ritmo del 7% anual. Al calor de la bajada de impuestos y el establecimiento de multitud de multinacionales norteamericanas, el país experimentó un boom en su nivel de vida, pleno empleo y salarios muy competitivos.

Todo esto vino acompañado, como en el caso español, de una burbuja inmobiliaria que sería el germen de la crisis bancaria irlandesa, y es que los bancos, para poder financiar este crecimiento del país recurrieron al dinero fácil y barato que supuso la entrada en la Unión Monetaria. Los bancos irlandeses como el Anglo Irish Bank, recurrían de forma constante al mercado interbancario donde los grandes bancos se prestan entre sí de forma masiva y recurrente. Las consecuencias de esta operatoria pronto se verían.

Tras la quiebra de Lehman Brothers el mercado se secó, ni un sólo Euro ó Dólar se prestaban en esos momentos y las entidades irlandesas, que tenían en esta fuente de financiación su principal vía de captación de recursos vieron cómo tenían que devolver el dinero tomado sin poder acceder a un nuevo dinero inexistente.

Sin dinero fresco y con repatriación de capitales, la industria bancaria y constructora se colapsaron, lo que llevó al primer ministro irlandés a asegurar todos los capitales invertidos en Irlanda, lo que llevó a la quiebra del estado y a solicitar ayuda urgente a la UE.

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