El 21 de julio salía a bolsa Banca Cívica, tras el éxito de la salida de Bankia la entidad surgida de la fusión de las cajas de ahorros de Navarra, Sevilla, Burgos y Canarias se estrenaba en el parquet a un precio de 2,7 euros la acción.
Tras la colocación de 248,8 millones de acciones equivalente al 47,5% del capital social de la entidad repartido al 50% entre clientes institucionales y minoristas hoy me acuerdo de estos últimos.
Y es que asesorados seguramente por su oficina, la misma que quizás les colocó una preferente sin liquidez en el mercado, o un bono de Lehman Brothers, ahora volvían a acudir a ellos y es que esta emisión era para ser accionistas de su caja de toda la vida, la del barrio. Hace ya tiempo que la oficina no es lo que era y que el director y gente de toda la vida no están, quizás prejubilados, y en su lugar tengamos cada 6 meses a un nuevo recién licenciados, pero la ocasión es única, les aseguraron.
Hoy 26 de marzo, 8 meses después de colocar sus ahorros en la entidad, todos estos clientes se meriendan con la noticia de La Caixa les compra sus acciones, a 1,97 euros la acción, y que no se las compran, sino que se las cambian por papelitos de La Caixa, en 8 meses estos accionistas han perdido nada menos que un 27% de la inversión que realizaron.
Una vez más el cliente... siempre pierde.
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