Fred Goodwin representa mejor que nadie lo rápido que una persona puede llegar a las más altas cotas del poder financiero mundial como CEO de uno de los bancos más poderosos, y lo fácilmente que se puede caer en los infiernos.
El ex-CEO del RBS comenzó su carrera profesional en la consultoría financiera, y más concretamente en la liquidación o privatización de entramados industriales en la Gran Bretaña de la época Thatcher. Desde ahí pronto dio el paso a la banca, adquiriendo fama con las OPAs que desde el Midland Bank, lanzó contra sus rivales del Clydasdale Bank y el Yorkshire Bank. Es de esta época en la que se le comienza a conocer como "Fred the shred", Fred la Trituradora, por su facilidad para recortar profundamente los puestos de trabajo y las estructuras de los bancos que adquiría.
En 1998 aterriza en el Royal Bank of Scotland, como ayudante del CEO en ese momento, Sir George Mathewson. Pronto se da cuenta de su gran oportunidad cuando el banco escocés se lanza contra el NatWest, una entidad tres veces mayor. Su diligencia en dicha operación, que le permite al RBS pasar de ser un banco de provincias a jugar en la liga británica le aupa a la posición de consejero delegado en 2001.
Desde dicho cargo ejecutivo continúa ganando la fama que le había llevado a dicha posición. Pronto recorta 18.000 puestos de trabajo en el fusionado RBS-Natwest. Sus ansías de crecimiento comienzan a dirigir todas las operaciones, primero salta a Estados Unidos, donde tras varias compras de bancos en Ohio y nueva inglaterra logra situarse como el séptimo banco de la primera economía mundial. Después le tocará el turno a China.
Son estas ansias de crecimiento las que a la larga le llevarán al desastre, en 2007, forma una alianza con el Fortis belga y el Banco Santander para hacerse con la parte americana de el banco holandés ABN Amro. Entonces llegó el desastre, la crisis de las subprime que comenzó en los EE.UU. en 2007, provocó un deterioro de los activos norteamericanos de 16.800 millones de Libras, llevando el resultado del banco a presentar unas pérdidas de 24.100 millones.
La imposibilidad de hacer frente a semejantes pérdidas motivado por la débil posición de capital de la entidad, así como por una estructura de financiación de las operaciones muy apalancada, llevó a la intervención del banco con sede en Edimburgo y a la dimisión de Fred Goodwin como CEO.
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