La verdad es que era un secreto a voces que Banca Cívica, a pesar de su salida a bolsa, no cumplía con las duras restricciones impuestas por el Banco de España para operar, sus requerimientos de capital alcanzaban los 2.031 millones de euros, y eso en las circunstancias actuales era imposible de lograr.
Desde la presidencia compartida de Cívica, se intentaba la fusión con diferentes entidades, pero dado el carácter político de las cajas, el poder navarro no quería ni oír hablar de la fusión con Kutxabank, y las elecciones andaluzas de incierta resolución, hicieron que la única solución viable fuera la de echarse en manos de La Caixa.
Esta operación era desde el punto de vista de la entidad barcelonesa muy importante, ya que desde la óptica de tamaño le permitiría ser la primera entidad y lo que parece más importante, le quita presión para hacerse cargo de Bankia. Es cierto, incluso en algunos medios ha aparecido la información de que el esfuerzo de entidades como el BBVA para hacerse con entidades era simplemente para "cumplir con Banco de España y no tener que meterse en Bankia".
Ahora bien la dilución de Banca Cívica y las cajas que la componen dentro de CaixaBank será total, y curioso por lo tanto de observar cómo encajan dentro de la entidad absorbente el gran número de directivos procedentes de las cajas navarra, sevillana, burgalesa y canaria, sin olvidarnos también que la salida y colocación de Banca Cívica se realizó a un precio un 17,8% mayor al que parece que ofrecerá la Caixa, con el consiguiente perjuicio para los pequeños ahorradores que confiaron en Banca Cívica.
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