Cuando hace poco más de 200 años, Nathan Mayer Rothschild salió de la casa paterna, en Francfort, desconocía que en ese momento daba comienzo una de las mayores sagas de banqueros de Europa, hoy en día sus tentáculos secretos se ciernen sobre una enorme cantidad de proyectos con un denominador común, el secretismo.
Los Rothschild son una familia judía alemana que a finales del siglo XVIII se dedicó a la actividad de préstamo en las principales ciudades europeas, el fundador de la saga, Mayer Amschel envió uno por uno a sus 5 hijos varones, las mujeres estaban y están excluidas de las labores ejecutivas, a las ciudades de Paris, Viena, Manchester y Nápoles para expandir el negocio familiar.
Tan pronto como llegaron a sus destinos, los Rothschild combinaron fácilmente la fidelidad a los intereses familiares con su inserción en las ciudades de acogida, ayudando por ejemplo a los soldados austriacos situados en Nápoles, al desarrollo textil en el norte de Inglaterra o a la reconstrucción de Francia tras la guerra Franco-Prusiana.
El declive, si lo podemos llamar así, de la familia comenzó con la persecución nazi y la pérdida de pujanza de algunos de sus negocios frente a otras familias de mediados del siglo XX, como los Rockefeller.
Mucha gente radica la supervivencia de la Banca Rothschild en su discreción, tanto la actividad de los casi 1000 banqueros, como las inversiones en sectores claves de la industria de Israel son tratados con el máximo secretismo, su presencia dentro de ese circulo de poderosos como se conoce al Club Bildeberg es otro ejemplo de su extrema discreción.
Y es que si la actividad principal de los Rothschild sigue siendo la banca privada, esto se debe a ese misterio creado alrededor de la marca, que la organización cuida y mantiene con mucho detalle tras más de dos siglos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario