lunes, 14 de enero de 2013

Techo a la rentabilidad en los depósitos

El Banco de España ha decidido poner fin a la guerra del pasivo, los años en los que las entidades se lanzaban en agresivas campañas para captar el ahorro de la clientela minorista con campañas que rondaban hasta el 5% han llegado a su fin. Ahora quien más ofrezca a sus clientes por su ahorro tendrá que disponer de un mayor capital.



Y es que la decisión de la institución que preside el señor Linde de limitar al 1,75% la remuneración de los depósitos a un año, del 2,25% para los de dos y del 2,75% para los que tengan un plazo superior, además de un intervencionismo puro y duro sobre el libre mercado es una medida más en la dirección de salvar a las entidades financieras y de entorpecer el ya de por sí escaso ahorro que el bolsillo del español medio pueda lograr. Y todo ello sin olvidar el efecto de la inflación, la subida del precio de la vida, el IPC, se comerá nuestros ahorros.

La siguiente derivada de esta medida es el intento de encauzar los ahorros de los españoles hacia la deuda pública, hacer que el ciudadano medio en lugar de ahorrar via imposición a plazo, lo cual se encuentra asegurado por el fondo de garantía de depósitos, se vea en la necesidad de comprar deuda del estado español para lograr rentabilidades del 4% anual en bonos a plazos superiores a los 5 años. El principal problema de todo esto es que si quieres recuperar tu depósito no te pueden retener el nominal, el principal, sin embargo, no siempre los bonos cotizan a la par, con la consiguiente pérdida para el ahorrador de parte de su capital invertido.

Estoy de acuerdo en que como dicen los ingleses "no risk no win", pero desde luego en un país con una cultura financiera tan pobre como España, con escándalos como los suelos en las hipotecas, las participaciones preferentes, subordinadas o titulizaciones el obligar a quien quiera obtener una rentabilidad razonable a acudir al mercado de deuda pública con el riesgo de mercado que puede aparecer con un simple repunte de la prima, es simplemente demencial, y traspasa el problema de las entidades financieras, al estado central. Veremos qué ocurre.

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