El rescatado banco escocés RBS, ha anunciado que su CEO Stephen Hester, dejará su cargo durante este año 2013, lo que ha desatado la rumorología en los mercados sobre la posibilidad de una vuelta del banco al sector privado tras la nacionalización parcial por parte del gobierno británico.
El comité del banco, ha declarado que Hester no ha sido capaz de liderar el compromiso para privatizar el banco desde que en 2008 el estado se hiciera con el 81% de su accionariado.
Stephen Hester, de 52 años y uno de los banqueros más reputados del Reino Unido, ha declarado por el contrario que el gobierno ya puede comenzar a privatizar la entidad, y que es por eso que cede el testigo y que espera que la compañía encuentre a un nuevo líder en esta nueva fase que comienza.
Durante una conferencia con periodistas, Hester no ha contestado a las preguntas sobre si el impass que en estos momentos se abre en el comité directivo hasta que se encuentre un CEO, se ha producido a propuesta del consejo de administración o bien ha sido él quien lo ha propuesto. Su única respuesta ha sido que "yo siempre estaré en disposición de hacer todo lo correcto para el bien del RBS. Esa es mi motivación".
En cualquier caso, la duda que ahora mismo planea en los mercados son sus afirmaciones sobre que él siempre ha estado preparado para la privatización, lo cual ha añadido más dudas sobre si el cese ha sido de mutuo acuerdo o bien ha sido el estado el que ha prescindido de los servicios del Hester.
Pero si algo nos diferencia a los mortales de los grandes banqueros es siempre el finiquito que al abandonar el puesto recibe cada uno, Hester, ha recibido en concepto de despedida la cantidad de 5,6 millones de Libras. Con semejante regalo por abandonar el puesto no se sabe muy bien si el despido es bueno para el banco o bueno para Hester.
lunes, 17 de junio de 2013
lunes, 10 de junio de 2013
Japón busca resurgir, los hedge funds que explote.
Parece que Japón está comenzado a atraer los focos de los inversores internacionales, la política expansiva que explicábamos la semana pasada está empezando a hacer que algunos grandes inversores se acerquen a la mesa y comience una vez, el juego.
Takashi Yamada trabaja de trader de bonos en una de las mayores firmas de Japón, Daiwa Securities Co. y las últimas noticias han convertido su trabajo en un mar embravecido donde la volatilidad de los bonos del gobierno se ha disparado. Afirma que su trabajo consiste en conocer los tipos de interés y valorar, algo básico pero necesario. Sin embargo cada día desde su mesa no ve sino un sin cesar de ventas y pitidos como señal de rotura de barreras.
Este nuevo frenesí en su trabajo se debe a los miedos surgidos sobre la deuda japonesa. Los bonos nipones acostumbraban a permanecer estables en el tiempo, por lo que las compra-ventas eran rutinarias y predecibles.
Sin embargo, la decisión de imprimir papel y llenar el mercado yenes (más de 80.000 millones de dólares en gasto público), si bien puede hacer que la bolsa suba y la economía crezca, puede también que la deuda, que alcanza ya el 250% del PIB japonés se haga incontrolable y haga explotar la tercera economía mundial.
Ya hemos podido observar señales de ello, hace un mes, la venta masiva de bonos, que pilló por sorpresa al muy intervencionista banco de Japón, hizo subir la rentabilidad del bono a su mayor tipo en dos años. Y es que los cazadores, los gestores de hedge funds huelen la sangre y esta comienza a llegar desde el país del sol naciente.
Y es que si la deuda cae, los tenedores de dichas emisiones, instituciones financieras principalmente, van a sufrir un crash en la valoración de sus activos de un día para otro, con lo que se encontrarían imposibilitados de poder seguir financiando ese enorme déficit de las cuentas del gobierno. El desastre. Esperemos que los inversores, por una vez, fallen.
Takashi Yamada trabaja de trader de bonos en una de las mayores firmas de Japón, Daiwa Securities Co. y las últimas noticias han convertido su trabajo en un mar embravecido donde la volatilidad de los bonos del gobierno se ha disparado. Afirma que su trabajo consiste en conocer los tipos de interés y valorar, algo básico pero necesario. Sin embargo cada día desde su mesa no ve sino un sin cesar de ventas y pitidos como señal de rotura de barreras.
Este nuevo frenesí en su trabajo se debe a los miedos surgidos sobre la deuda japonesa. Los bonos nipones acostumbraban a permanecer estables en el tiempo, por lo que las compra-ventas eran rutinarias y predecibles.
Sin embargo, la decisión de imprimir papel y llenar el mercado yenes (más de 80.000 millones de dólares en gasto público), si bien puede hacer que la bolsa suba y la economía crezca, puede también que la deuda, que alcanza ya el 250% del PIB japonés se haga incontrolable y haga explotar la tercera economía mundial.
Ya hemos podido observar señales de ello, hace un mes, la venta masiva de bonos, que pilló por sorpresa al muy intervencionista banco de Japón, hizo subir la rentabilidad del bono a su mayor tipo en dos años. Y es que los cazadores, los gestores de hedge funds huelen la sangre y esta comienza a llegar desde el país del sol naciente.
Y es que si la deuda cae, los tenedores de dichas emisiones, instituciones financieras principalmente, van a sufrir un crash en la valoración de sus activos de un día para otro, con lo que se encontrarían imposibilitados de poder seguir financiando ese enorme déficit de las cuentas del gobierno. El desastre. Esperemos que los inversores, por una vez, fallen.
lunes, 3 de junio de 2013
Abe César
Hay que reconocer que los inversores en bolsas asiáticas están de enhorabuena, a pesar de unos días en los que hemos visto caídas de hasta el 7%, el índice Nikkei sube un 70% en seis meses, y el principal culpable de dicha subida es el primer ministro, Shinzo Abe.
Y es que desde la elección de Haruhiko Kuroda como presidente del Banco Central, el primer ministro ha puesto en marcha un plan consistente en duplicar la masa monetaria hasta lograr una inflación del 2%, es decir, darle a la máquina de imprimir billetes hasta inundar el mundo de yenes.
Motivado por esta agresiva política monetaria, Japón ha logrado un aumento interanual de su PIB del 3,5%, causado, como no podía ser de otra manera por el repunte de las exportaciones. Desde la publicación de la noticia de comienzo de la fase monetaria expansiva, la divisa nipona se ha depreciado de los 72 yenes por dólar que cotizaba en septiembre a los 102 actuales.
Y hasta aquí las buenas noticias....
Las malas son las derivadas del mercado de renta fija, de los bonos que el gobierno ya ha emitido, ya que la verdad es que la depreciación de la divisa hace que los inversores internacionales, que cobran en yenes e inmediatamente efectúan el cambio a su divisa nacional, ven mermada su inversión y venden, no es que sea enormemente significativo dicho efecto, pero no deja de ser menos cierto que la rentabilidad exigida al bono se ha disparado hasta llegar al 1%.
Sin olvidar el dato más significativo de la economía japonesa, si en Europa o Estados Unidos nos asustamos con cifras de deuda sobre PIB del 100%, en Japón el valor de la deuda emitida por el gobierno alcanza el 240%, y no es difícil entender que el efecto en semejante masa de una subida de un 1 p.b. puede ser demoledor en las cuentas nacionales.
La decisión ya está tomada, sólo nos resta comprobar si el riesgo asumido con el fin de reactivar la decaída economía nipona da sus frutos y compensa, por el momento la guerra de divisas ya está aquí.
Y es que desde la elección de Haruhiko Kuroda como presidente del Banco Central, el primer ministro ha puesto en marcha un plan consistente en duplicar la masa monetaria hasta lograr una inflación del 2%, es decir, darle a la máquina de imprimir billetes hasta inundar el mundo de yenes.
Motivado por esta agresiva política monetaria, Japón ha logrado un aumento interanual de su PIB del 3,5%, causado, como no podía ser de otra manera por el repunte de las exportaciones. Desde la publicación de la noticia de comienzo de la fase monetaria expansiva, la divisa nipona se ha depreciado de los 72 yenes por dólar que cotizaba en septiembre a los 102 actuales.
Y hasta aquí las buenas noticias....
Las malas son las derivadas del mercado de renta fija, de los bonos que el gobierno ya ha emitido, ya que la verdad es que la depreciación de la divisa hace que los inversores internacionales, que cobran en yenes e inmediatamente efectúan el cambio a su divisa nacional, ven mermada su inversión y venden, no es que sea enormemente significativo dicho efecto, pero no deja de ser menos cierto que la rentabilidad exigida al bono se ha disparado hasta llegar al 1%.
Sin olvidar el dato más significativo de la economía japonesa, si en Europa o Estados Unidos nos asustamos con cifras de deuda sobre PIB del 100%, en Japón el valor de la deuda emitida por el gobierno alcanza el 240%, y no es difícil entender que el efecto en semejante masa de una subida de un 1 p.b. puede ser demoledor en las cuentas nacionales.
La decisión ya está tomada, sólo nos resta comprobar si el riesgo asumido con el fin de reactivar la decaída economía nipona da sus frutos y compensa, por el momento la guerra de divisas ya está aquí.
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